Cuando pensamos en jóvenes emprendedores sobradamente preparados, la imagen que se nos viene es la de universitarios envueltos en teclados y pantallas de última tecnología. Miguel, Ximo y Josevi son lo más alejado que uno pueda encontrar: su pasión son los coches, tanto que abandonaron sus respectivos trabajos para hacer realidad su sueño: arreglar coches para rallies, montar un taller para aprender juntos y dedicar todo su tiempo a su pasión por los coches con encanto.
Tras estudiar Automoción, Miguel Planells, Ximo Huerta y José Vicente Lluesma eran tres amigos que comenzaron a trabajar cada uno en lo que pudo. Pero estos dos mecánicos y el chapista encontraron la forma de mantenerse en contacto gracias a su amor a los coches.
De las 9 pruebas del calendario anual en la Comunidad Valenciana, participaron en las que sus ahorros les permitieron apuntarse. Y así empezaron en 2015 a correr en pruebas de regularidad, «en las que el mérito está en clavar los tiempos, no en llegar primero», explica Ximo.
Y el 25 de diciembre de 2015 decidieron que iban a preparar su propio coche para acudir a esas pruebas de regularidad, las únicas del calendario que podían permitirse debido a su poca experiencia y a que sus limitadas medidas de seguridad permiten que sean pruebas relativamente asequibles para jóvenes emprendedores. Las de velocidad, sport o regularidad 50 de momento ni se las planteaban. Demasiado caras.
Como recuerda Miguel, comenzaron en un bajo alquilado que visitó en más de una ocasión la Policía Local «porque los vecinos pensaban que era un taller ilegal, cuando sólo estábamos preparando nuestro propio coche». Desmontaron completamente un Golf y crearon su «criatura» desde el chasis, todo manual, todo ajustado por ellos.
En febrero de 2018 su primer coche fue homologado, primero por la Federación (para competir en circuitos cerrados) y luego por la ITV normal (porque también tienen que llegar por carretera a los lugares donde se celebran las pruebas). Más de dos años de paciente esfuerzo conjunto, sobre todo por las noches, cuando acababan de trabajar cada uno por su cuenta.
«Además, compramos equipamiento, lo que no es fácil si tenemos en cuenta que son 1.500 euros por persona: material ignífugo, collarín, casco, botines, guantes, calcetines, cinturones de seguridad… todo es específico para este tipo de rallies», apunta Josevi.
Un hobby caro. Y más si tenemos en cuenta que no compiten. Sólo son pruebas de exhibición, el placer de mostrar a su criatura en público… y que ésta responda.
«Conducimos horas hasta llegar al lugar de la prueba. Luego estamos diez horas conduciendo en dos mangas, mañana y tarde. Cuando acabamos, una copa simbólica, muchas palmadas en la espalda, un apretón de manos con los nuevos amigos… y a volver a casa conduciendo, para trabajar de nuevo el lunes», aseguran los tres, cada uno completando las declaraciones de los otros dos.
Como equipo, con ese aire propio de los jóvenes, presumían de ser el Team Fuck Ingeniers, capaces de montar un coche desde cero, en una nave, homologarlo en el Circuito Ricardo Tormo y correr por primera vez en la prueba de Gandía, los días 8 y 9 de marzo de 2019.
Aquella prueba lo cambió todo. Inolvidable. El coche funcionó a la perfección, «pero nosotros demostramos estar peces en el tema», reconocen ahora.
Ximo pilotaba, Miguel de copiloto y Josevi era el comodín y el asistente: el que revisaba el coche entre mangas, mientras los otros dos descansaban. Más de 1.000 kilómetros en un día, con 10 horas o más al volante… y tras la prueba, otra vez a conducir hasta casa.
Gandía era un sueño hecho realidad. Pero había más… solo que ellos aún no lo sabían.
En mayo, el Rally Festival Trasmiera, en Cantabria, acabó de dar un vuelco a sus vidas. De 700 coches presentados, la organización eligió 132, bien por su originalidad, por su palmarés o porque era una réplica impecable.
Allí estaban Ximo, Miguel y Josevi con su Golf, exhibiéndose entre los mejores de Europa. Con su réplica del vehículo campeón del mundo de rallies en los 70. Para disfrutar. Sin premios. Pero con 30.000 espectadores sólo en el tramo de Hermoso, un pequeño pueblo convertido en un auténtico circuito.
Y entonces decidieron que lo dejaban todo para dedicarse a su pasión.
Dejaron sus trabajos. Alquilaron una nave en la calle Serra Llarga del polígono Campo Aníbal de Puçol. Abrieron su propio taller. Dos mecánicos y un chapista. Capaces de montar un coche desde la primera pieza. Y de reconstruir cualquier modelo. Así nació Grupo A Motorsport el pasado mes de septiembre.
No es un taller normal. No hay grasa, ni paredes sucias. Todo está impoluto. Las paredes blancas. El suelo brillante y también blanco. Los coches alineados, incluso las maquetas que decoran las estanterías. Uno diría que más bien parece un hotel… para coches, naturalmente. Con un equipamiento que ningún taller del entorno posee. Herramientas exquisitas para coches únicos.
Y allí están, los tres jóvenes, disfrutando con cada nuevo desafío. Presumiendo de un nivel de autoexigencia difícil de igualar.
«Nos viene gente de muchos pueblos de la Comunidad Valenciana y también de fuera. Se ha corrido la voz. Algunos incluso nos han visto en algunos rallies y vienen a que le adaptemos su coche. Para competición o porque son clásicos que quieren exhibir. A veces nos proponen cosas que aún no sabemos hacer, pero las aprendemos. Es lo que nos gusta y cada desafío nos ayuda a aprender más».
Y ahí están. Preparan coches de competición y también clásicos. De esos que hace un siglo circulaban por las calles de nuestras ciudades. Si no saben algo, preguntan. Buscan a quien sabe del tema, en cualquier parte de España. Aprenden de esos viejos maestros. Y se atreven con todo.
Tras el Golf con el que pasaron más de dos años, han preparado un Seat 127. Ahora tienen entre manos un Renault Clio que esperan tener listo antes de Navidad. Son sus joyas de la corona. Pero no las únicas, pero cada semana pasan por sus manos modelos que antes sólo habían visto en ferias… o en el cine.
En un mundillo donde casi nadie cuenta sus secretos, ellos hacen amigos en todas partes. Intercambian información. Y, sobre todo, son capaces de poner en marcha vehículos que pocos pensaban que volverían a correr… y menos a esas velocidades.
Su último logro, el domingo 24 de noviembre con una cita especial en Chiva. El kartódromo Lucas Guerrero acogía un evento a nivel nacional, con 400 vehículos. De ellos, 11 eran vehículos preparados por el Grupo A Motorsport.
No compiten, sólo exhiben lo que son capaces de hacer con vehículos viejos, nuevos, descatalogados o difícilmente catalogables.
Van a exhibirse. A disfrutar de su pasión sobre ruedas. A vivir.
Hace unos meses, cuando abandonaron todo para encerrarse durante el verano y montar un taller, muchos pensaron que estaban «zumbados».
Algo de eso hay. No cabe duda. Pero han hecho de su pasión una forma de vida.
Y eso es algo de lo que muy pocos pueden presumir.
Informa: Sabín | Fotos: Grupo A Motorsport